dimarts, 20 de febrer del 2018

BUENOS DÍAS, HELSINKI


Hyvää huomenta “,- “ buenos días, Helsinki " 



Es lo único que sabíamos decir en esa lengua que usa múltiples vocales en sus palabras.





Nuestra escapada comenzó a las 7.30 de una mañana de setiembre en la Terminal D del puerto de la capital de Estonia, Tallinn, cuando embarcamos en el Megastar, un precioso barco de la compañía Silja Line. 
Es un ferry enorme, bonito, lleno de bares, restaurantes, tiendas, salas de juego, de descanso … seguro que lo más parecido a un crucero de esos que nunca hemos visitado. Después de 2 horas de navegación llegamos a puerto.




La primera impresión al llegar fue de ciudad muy nueva, moderna, luminosa y bien organizada, con mucho auge en la construcción de viviendas.
La bandera de color blanco y azul nos dio la bienvenida. Tiene el color blanco por la nieve y el azul de los lagos.




Habíamos leído que los monumentos más interesantes, los barrios más atractivos y las calles más concurridas están situados en torno a la Plaza del Mercado.

Es una ciudad que puedes visitar callejeando, salvo si vas a conocer el Monumento a Sibelius y el Museo de Casas Seurasaari. Caminando te llamará la atención los numerosos edificios modernistas que nosotros no creíamos que pudieran edificarse tan al norte de Europa.

Tiene un sistema de transporte sencillo y muy eficiente, considerado uno de los mejores de Europa. Puedes subirte a tranvías, autobuses, el metro o un ferry fácilmente usando un billete simple ( 2.20 E) que se compra al conductor, en máquinas o incluso a través de SMS o de teléfono móvil. (Un billete para el día entero 9 E; para dos días, 13.50)




Nosotros contratamos un minibus a compartir con otros viajeros para que hiciera un recorrido por los sitios más interesantes de la ciudad porque disponíamos de poco tiempo. Fue un acierto porque durante tres horas visitamos los lugares más destacados, con explicaciones en castellano y entrando en los lugares sin preocuparnos de entradas ni permisos.




Helsinki es la capital y ciudad más grande de Finlandia, fundada en 1550 como “rival” de la Hanseática ciudad de Reval (hoy Tallin, capital de Estonia) por el rey Gustavo I de Suecia.
Vimos edificios neoclásicos, en su mayoría de principios del siglo XIX, con un estilo definitivamente ruso que son parte de la herencia del zar Alejandro I cuando quiso hacer de esa ciudad un lugar semejante a San Petersburgo.

Tiene una población aproximada de 1.400.000 habitantes, su moneda es el euro y el coste de vida es alto.

Dos lenguas oficiales, el finés y el sueco. El que se enseñe sueco es una reminiscencia de los muchos siglos que estuvo bajo el dominio de Suecia antes de que en 1809 pasara a estar bajo la dominación rusa. Pero fue en 1918, tras la Revolución Rusa, cuando Finlandia alcanzó finalmente su independencia.

Haciendo un paréntesis, debo decir sobre el tema de enseñanza de lenguas en la escuela que siempre me interesa por mi actividad de docente, que me pareció admirable el respeto que se tiene a la dedicación individual, con una hora semanal a la lengua familiar de cada alumno, sea del país que sea.


Monumento al Compositor J.Sibelius


La visita comenzó en el Monumento al Compositor J.Sibelius, diseño de la escultora Eila Hiltunen, compuesto por 600 tubos de acero parecido a un órgano gigante que le dan un aspecto bastante particular. Se encuentra en los Jardines de Sibelius, junto a un lago.
Muy cerca hay otra zona de jardines e invernaderos y también el Estadio Olímpico de 1952, un poco destartalado y sin ningún interés según mi opinión.
Circulando entre el tráfico confirmé que es una ciudad moderna y bien organizada, donde moverse en transporte público es sencillo y donde la arquitectura y el diseño son uno de sus principales atractivos.


Temppeliaukio o Iglesia de la roca


Llegamos a Temppeliaukio o Iglesia de la roca, luterana, de grandes dimensiones, cuya característica principal es la de estar excavada en la roca. Esto puede verse en las paredes desnudas de la iglesia: la roca no ha sido pulida y el efecto es bastante espectacular. Si hablamos de iluminación, ésta se obtiene directamente del sol. La luz natural entra a la iglesia por los 180 cristales de su techo. Su planta es circular y posee un interior hermoso, acogedor y con una gran acústica.

Pasamos por el Parlamento, actualmente en obras, y por la Plaza de la Estación, para continuar la visita a pie.

La Plaza del Senado

Por fin estábamos en la Plaza del Senado, una explanada que alberga, en su extremo norte, una iglesia muy importante : la Catedral luterana de Helsinki.

La Catedral luterana es quizá la imagen más representativa de la ciudad, la que todo el mundo tiene en mente cuando cierra los ojos y piensa en Helsinki.

El estilo de la catedral blanca es neoclásico y tiene como plano una cruz griega. Su construcción fue un tributo al Zar Nicolás I de Rusia, por entonces dueño y señor de Finlandia al ser ésta parte de Rusia 

El arquitecto le puso cuatro pequeñas cúpulas que la hacen parecerse aún más a la Catedral de San Petersburgo. Lo más interesante es que casi no tiene decoración, siguiendo la norma luterana de no venerar imágenes.


Catedral luterana de Helsinki
En esta plaza también está el Palacio del Consejo del Estado. Opuestamente está el edificio de la Universidad.

Catedral Ortodoxa Uspenski

Quizá la Catedral blanca es la imagen que viene a la cabeza cuando se piensa en la capital de Finlandia; es así por su localización, porque está en el centro-centro, junto a muchas otras cosas que ver. Sin embargo, hay otra catedral que la iguala en belleza, pero que no tiene tanta fama, por estar un pelín más lejos: es la “catedral roja” o Catedral Ortodoxa Uspenski. Es la más grande dedicada a la religión ortodoxa en Europa occidental y es visitada cada año por miles de personas.
Está construida en ladrillo rojo y coronada por cúpulas verdes y doradas. Es, por todo esto, un icono de la influencia de los rusos (ya que Finlandia fue un “Gran Ducado” ruso durante cerca de un siglo) en Finlandia en general y en Helsinki en particular.


Vistas desde la Plaza del Mercado

Por último llegamos al lugar que más me gustó de la ciudad, la Plaza del Mercado, ubicada en la zona costera, frente al mar. Allí es el lugar de encuentro preferido para comer salmón, carne de reno o platos tradicionales de la zona.
Paseamos por el Mercado Viejo cubierto y compramos algunos productos típicos en las paradas de la zona de artesanos locales.
El mercado Viejo fue renovado hace unos tres años y ofrece un buen surtido de verduras, pescados, quesos, cafés finlandeses mariscos y cosas dulces. 
Hay también un puesto español de café, llamado Café-Tienda España.


Puestos en el Mercado Viejo cubierto 

Al salir deambulamos por el Mercado al Aire Libre que está fuera del mercado cubierto. Los ojos se nos iban a los productos artesanales que ofrecen los pacientes vendedores ávidos de atraer a los turistas.


Mercado al aire libre


Puesto de setas en el Mercado al aire libre


Nos quedamos con las ganas de visitar el distrito de Punavuori donde se concentran las tiendas de la última generación de diseñadores finlandeses que ejercen su influencia en todo el mundo. Por suerte hay una tienda con productos “made in Finland” en la calle Aleksanterinkatu en pleno centro. De allí yo no me hubiese movido.


Calle Aleksanterinkatu

Fue muy agradable pasear y descubrir los tesoros que esconde la ciudad. Era mediados de setiembre y sus calles y terrazas aún estaban muy concurridas buscando el sol y la luz que en Finlandia tiene el valor equivalente al oro.


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