Esto de las noches blancas hace que no
tengas mucha idea de la hora que es cuando despiertas. El despertador
suena cada día a las seis de la mañana para que de esta manera el
día parezca más largo. Hay que pensar que el desayuno es como una
comida, las distancias a recorrer son grandes, todos los comercios y
lugares a visitar cierran a las cinco y la cena sobre las siete de la
tarde. Después queda un espacio vacío que paseas, estás
descansando en la habitación de tu alojamiento o de charla con otros
viajeros.
Dormimos en la pequeña localidad de
Hamar y nos dirigimos a Lillehammer que fue sede de los
Juegos Olímpicos de Invierno de 1994. De este evento quedó un gran
parque olímpico, pero no le veo el interés como destino turístico,
ni parada en ruta. Está en un valle que bordea el lago Mjøsa que
es el más grande de Noruega.
Siguiendo la cordillera Gudbrands nos
adentramos en los valles y bosques de las llamadas Tierras Troll.
El paisaje es encantador, recuerda la
Cerdanya francesa o las Tierras Vascas.
Vemos muchas casetas de madera entre
los bosques de abedules, árboles predominantes en Escandinavia.
Nos cuentan que el color rojo en las
casas es porque sus habitantes eran gente humilde, este color fue
para las granjas. El color blanco en las casas dice que sus
habitantes son ricos.
Ahora las casas las construyen
pre-fabricadas y la energía que usan es la eléctrica a pesar de
tener gas que exportan.
Por fin llegamos a Trondheim
ciudad que se autodenomina la capital histórica de Noruega.
La temperatura ha bajado, estamos más
al norte.
En las tiendas empiezo a ver los
jerseys típicos noruegos que tanto me gustan. (Bonitos , pero no
bajan de 3000 kr).
La ciudad se recorre en visita
panorámica en una hora andando.
El monumento más visitado es la
Catedral de Nidaros (antiguo nombre de la ciudad). Es la
catedral medieval más septentrional del mundo, la más grande de
Escandinavia y el centro de peregrinación más importante del norte
de Europa.
Para mí fue más encantador el paseo
por una calle que baja paralela al río y donde están las famosas
casas de madera de colores que lo flanquean en este tramo.
La mejor foto se consigue desde el
viejo puente de la ciudad que cruza el río en el sur de la calle. El
puente con sus portales en hierro forjado pintado de rojo, resulta
muy pintoresco. Me acordé mucho de las fotografías que hubiera
hecho la viajera Stellina.
Nuestra ruta siguió hacia el oeste y
volvemos a atravesar fiordos en ferry.
Comimos en Molde, pequeña
ciudad al borde del mar, conocida como la "ciudad de las rosas".
No nos llevaron a la entrañable isla de Onda, la más alejada y en
mar abierto que dicen que conserva el aire tradicional de comunidad
pesquera que tanto me gusta.
Nuestro hotel estaba en Alesud
donde nos esperaba la "cama que abraza" cuando llegas.
Así digo yo camas con funda nórdica que también las tengo en mi
casa.
Alesud es una ciudad fantasma
porque a las cuatro de la tarde ya no hay nadie por las calles, sólo
turistas y alguna tienda de souvenirs con muñequitos troll,
postales, gorras, bufandas y chaquetas de lana noruega.
Esta ciudad de pescadores y gente
simpática es un destino agradable, a Joseph le encantó.
En 1904 un incendio arrasó las casas
de madera y los alemanes, en tres años, construyeron 450 edificios
todos en Art Nouveau o Modernismo que era la moda en toda Europa.
Si se sube a lo alto de la montaña
Aksla hay un fantástico mirador con unas extraordinarias vistas
de la ciudad y las islas de los alrededores.
No sólo alemanes, buscando el
bacalao, habitaron esta zona, también españoles que ofrecían la
sal necesaria para la salazón de este pescado. Por eso dicen que es
aquí donde se encuentran muchos noruegos que son morenos, por el
cruce de raza.
Antiguamente el bacalao lo ponían a
secar los márgenes de los fiordos. Actualmente la industria
bacaladera ya no salazona de esta manera.
Hay un dicho que dice que las mujeres
noruegas para ser buenas cocineras deben saber preparar el bacalao de
365 maneras diferentes.