Nos adentramos ya en Noruega, cuya
orografía presenta un drástico cambio respecto a Suecia, al transformarse el terreno
en montañoso. Nuestro destino era la capital, Oslo.
A estas alturas del viaje aprendí que
la vocal a con una o pequeñita encima se pronuncia o;
que ae se dice ea; que la o cruzada con / es una e y la j se
dice i.
La entrada a la ciudad por carretera
fue decepcionante. Me pareció fea, oscura, desordenada, llena de
fábricas, contenedores y cables. Sólo un edificio en forma de
iceberg de mármol blanco sobresale de los demás. Es el edificio
Nueva Opera. Los
oslenses están orgullosos de él y sale en portada de las guías,
pero a mi me parece que desentona tanta modernidad en el conjunto.
Oslo
huele a madera, a mar, a montaña, a arte y cultura, pero
la lluvia que no cesaba deslucía la visita. Fue entonces cuando me
acordé de lo que dicen los noruegos: "No hay mal tiempo, sino
ropa inadecuada" y decidimos disfrutar al máximo de lo que
había por ver y olvidarnos de la lluvia.
En tres días o en dos, si se dejan
los museos, se puede visitar lo más importante de la ciudad:
Ayuntamiento y puerto de la Paz
Paseo por el centro.
La península de Bygdoy y sus
museos
La periferia : Vigeland
Visita 1 :
El Ayuntamiento (visita de 9h a 17h)
es un edificio chocante, una estructura moderna, maciza de ladrillo
oscuro, con dos descomunales torres cuadradas dominando la entrada
del mar.
El interior está plagado de murales
de artistas noruegos con escenas de la vida cotidiana.
Fuimos a cenar al puerto, ese lugar sí
que me gustó. Hay un complejo de restaurantes con menús de todos
precios, pubs, discotecas, centros comerciales y mini-cines ... todo
tocando a mar y a los barcos. Las terrazas son exteriores y están
cubiertas. Es muy agradable ver las barcas y el mar tan cerca, aunque
llueva continuamente.
Visita 2 :
Es muy sencillo visitar todo el centro
dando un paseo. Hay que recorrer una calle peatonal que une la
Estación Central de trenes en línea recta con el Palacio Real.
Es la calle Karl Johans Gate.
Esta arteria principal tiene todas sus
calles secundarias repletas de hermosos rincones y edificios del
siglo XIX. Oslo tuvo muchos incendios, quedan algunas casa de madera,
pero en 1600 fue construida la nueva ciudad con edificios de
ladrillo.
Deambulando encontraréis la
Catedral, la Plaza Mayor o Stortorvet, el Parlamento,
el Gran Hotel y la Galería Nacional.
Este museo reúne toda la colección
de pintura noruega y también del resto de Europa. La atracción
fundamental es el archiconocido cuadro El grito de Edvard Munch. La
entrada es gratuita. Recorriendo sus salas vi que estaba un poco
descuidado, sin restaurar; sin querer lo comparé con otros museos,
de Barcelona, por ejemplo. Me pareció muy raro siendo Noruega uno de
los países más caros. Luego pensé que es mejor que sea gratuito y
el arte pueda llegar a todo el mundo que estuviera muy "puestecito"
y cobraran mucho por entrar.
Visita 3 :
Al sur de la ciudad se extiende la
península de Bygdoy, espacio residencial tranquilo en el que
están los museos más visitados por los turistas. Están cuidados ,
pero las entradas son caras.
Para llegar a Bygdoy se puede tomar el
ferry 91 que sale desde el muelle 3, justo enfrente del Ayuntamiento,
o el autobús 30. Algunos turistas alquilan una bicicleta, la
transportan en el ferry y van pedaleando de museo en museo en un
agradable paseo. (Recuerda : "No hay mal tiempo, sino ropa
inadecuada")
Allí está el Museo de los barcos
Vikingos, el Museo de los Pueblos y el Museo Fram.
Nosotros los visitamos los tres con visita guiada porque nos entraba
en el circuito y fue interesante porque nos lo explicaron
detalladamente.
Lo que más nos gustó fue un espacio
abierto que tiene un conjunto de 150 casas tradicionales traídas de
todos los rincones de Noruega, esparcidas por un bello parque que se
recorre a pie por senderos de tierra.
Es como volver a la Escandinavia
medieval. Hay graneros, establos, hornos, escuela ... y la
estrella: una iglesia de madera (stave kirke) original del pueblo
de Gol.
Esta visita es lo que más me gustó
de Oslo.
Visita 4 :
Continuando la misma dirección
rectilínea de la calle principal Karl Johans, pasado el Palacio
Real, se llega a un extenso y hermoso espacio verde el
Vigelandsparken. (Se llega en el tranvia 12 o en el 15 y la
entrada es gratuita).
Es un paseo jalonado por esculturas de
figuras humanas tremendamente expresivas, en granito y bronce. Están
hechas por el famoso Gustav Vigeland y representan las
distintas etapas de la vida. Hay una plaza con una fuente en la que
esculturas de titanes soportan alegoricamente el peso de la vida. Al
final un monolito de 20 m, tallado en granito, la roca esculpida en
este material más grande del mundo. Vale la pena visitarlo.
Podría hablaros que el ambiente de
noche en Oslo es de lo más animado, hay bares, discotecas y pubs con
abundantes turistas, sobre todo ahora que no oscurece. Pero nosotros
preferimos la charla reposada con los amigos en el hall del hostel.